La artista uruguaya Natalia Oreiro obtuvo, a través de un decreto firmado por el presidente Vladimir Putin, su ciudadanía rusa en octubre.
Natalia Oreiro obtuvo su ciudadanía después de muchos años. Desde los 90, la actriz mantiene lazos afectivos con el país más grande del mundo. Sin embargo, recién este último miércoles 10 de noviembre, en la embajada de la Federación de Rusia en Buenos Aires, la cantante rioplatense recibió dos pasaportes rusos: uno a su nombre y el otro con el nombre del hijo que tiene con el cantante argentino Ricardo Mollo.
Cómo se llevó a cabo la ceremonia
El embajador ruso en Argentina, Dmitry Feoktistov, fue quien le otorgó la ciudadanía a la protagonista de la película Gilda. Esto se dio gracias a que, el 25 de octubre, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó el decreto 603, el cual les otorga la ciudadanía a madre e hijo. Durante la ceremonia, juramentó su lealtad a su nuevo país de pertenencia. Saludó al entrar al salón en el idioma nativo con “Dóbrayeútra”. Después leyó el siguiente texto en ambos idiomas.
“Yo, Natalia Marisa Oreiro Iglesias, acepto voluntariamente y conscientemente tomar la nacionalidad de la Federación de Rusia. Juro respetar la Constitución y la legislación de la Federación de Rusia, los derechos y libertades de sus ciudadanos, realizar las tareas como ciudadano de la Federación de Rusia para beneficio del Estado y de la sociedad, proteger la libertad y la independencia de la Federación de Rusia, ser leal a Rusia, respetar su cultura, su historia y sus tradiciones”, expresó en un comienzo.
El embajador Feoktistov felicitó a Natalia por el buen acento al pronunciar el juramento y le regaló un ramo de flores a la homenajeada. Posteriormente brindaron por su nuevo status con un par de copas de champagne.
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El origen del deseo por obtener la nacionalidad rusa
Durante una de sus visitas al país que limita con Europa, Natalia fue invitada a Evening Urgant, un show televisivo al estilo de un late night estadounidense. Allí, el conductor Ivan Urgant le comentó que ella era la que más se parecía a una nativa rusa entre todas las extranjeras. A lo que ella respondió que no había duda de ello y que el mismo Putin podía concederle la ciudadanía.
Y así fue. En noviembre de 2019, la latina se encontraba en la embajada rusa de Buenos Aires, donde reside, para iniciar el arduo papeleo y con la llegada de la pandemia todo el trámite se intensificó, llegando a durar dos años. Todo el trajín valía la pena al saber el cariño que los rusos le tienen. “En Rusia, a Natalia la consideramos nuestra. Todo empezó en los años 90 con Muñeca brava, que allá se llamó Ángel salvaje. Desde entonces ella tiene millones de fanáticos”, expresó el embajador.
Poco a poco se derriban los prejuicios
El embajador ruso Dmitry Feoktistov comentó que está muy contento con la relación que la artista mantiene con el país, ya que ayuda a derribar diversos prejuicios culturales. “Hace un gran aporte al desarrollo de la cooperación cultural entre Rusia y Latinoamérica. En un sentido es diplomática porque no hay otra tarea más diplomática que acercar a los pueblos”, agregó. Finalmente bromeó: “Tenemos que considerar que sea empleada de la embajada rusa en la Argentina, pero fuera de plantilla”, dijo.
Su amor por el país Ruso comenzó hace más de 20 años, cuando coprotagonizó la novela de Telefé Muñeca Brava. La producción se estrenó cuando había pasado recién una década de la caída del Muro y, según ella, fue un boom.
“Desde un primer momento, me sentí muy cómoda y muy cercana a su cultura. Y me llamó mucho la atención que nos pareciéramos mucho. No me refiero solamente al aspecto físico, sino a las personalidades. Una tenía el prejuicio de que eran distantes, pero a mí siempre me abrazaron y me besaron. Estoy deseando que termine esta pandemia para volver a abrazarnos con ellos porque ese contacto es lo que más me gusta cada vez que viajo”, comentó a El Clarín.
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